Veo que seguís bien. Me alegro. Veo que seguís siendo como esas hermanas gemelas que si una se cae la otra siente el dolor como propio. Pues bien, dejadme decir algo, y no os ofendáis, que sabéis que os aprecio, que os tengo cariño, que sois parte de mí, por eso seguís conmigo...
Cómo os volváis a inflamar y llenar de pus le pido al médico que os de un tajo con un bisturí y os meta en un bote que tiraré en medio del océano. Malditas amígdalas, cada vez que os inflamáis se me inflama otra parte del cuerpo que no voy a mencionar. Dejadme tranquilo, os he defendido siempre pero todo tiene un límite. Ya lo paso mal con el calor que tengo habitualmente en verano, como para soportar estas temperaturas con 40 grados de fiebre. Conseguís que lo pase peor que un pingüino en Écija en pleno agosto. Os doy tres días. Avisadas estáis.
Hala... Dicho queda.